Cortometraje.
Guion y dirección.
Isabel y su novio Emilio están, una vez más, de after. El desorden, el cansancio y el desgaste se comen el espacio. Los padres de Isabel están llegando, por primera vez de visita y la pareja está lejos de poder recibirlos en las condiciones apropiadas. La situación los supera y los lleva a enfrentarse a algunas frías verdades. Estas detonan en la distancia que hay realmente entre ellos dos; y que muchas veces es la fiesta la que la esconde.
La pieza comienza en clave baja generando que se vea muy poco el espacio. Abunda un aire de confusión; el espectador no llega a entender del todo la disposición. Se rompe el eje de mirada.
En la segunda parte hay un cambio radical de luz: la escena pasa a ser blanca, casi quemada. Por primera vez comprendemos cómo es realmente el espacio.
En las dos ocasiones se usa una cámara en estativo sumándose a la inestabilidad y al desorden.
La música es el tercer personaje del cortometraje. En todo momento ésta acompañará la situación, ya sea tomando protagonismo en volumen e intensidad; sonando a la distancia con baja calidad o con su ausencia, el silencio. Como el nombre de la pieza lo indica, 150 BPM, es una historia de techno acelerado, intenso; no solo por los altos beats por minuto, sino también por el mismo tono de lo narrado.
150 BPM
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